PASO 2019 Alberto Fernández triunfa con mas del 47 % en una elección histórica .
El candidato a presidente del kirchnerismo habló en el búnker ubicado en el barrio porteño de Chacarita. Cristina Fernández de Kirchner envió un video desde Río Gallegos.
Fue una diferencia aplastante, un score con el que Alberto Fernández no llegó a fantasear. Una paliza pura y dura que se potenció con el triunfo de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires.
El candidato esperó que Mauricio Macri admitiera la derrota, a las 22.45, bajó del salón VIP en el tercer piso del Complejo C, en el barrio de Chacarita, y encaró para el escenario. A esa hora, el mapa electoral era monocolor: todo azul salvo Córdoba y la Ciudad.
Fernández hace apenas meses era un experimentado operador peronista: fue jefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner y acompañó las experiencias opuestas al kirchnerismo de Sergio Massa en 2015 y Florencio Randazzo, en 2017.
Sin datos de la carga de Smartmatic, Felipe Solá reprochó la tardanza. Fueron minutos de zozobra: en ese momento, en el entorno de Fernández se temió lo peor.
Fernández cruzó varios mensajes por Telegram con la ex presidenta, quien estaba en Rio Gallegos, sobre esa cuestión por lo que ocurrió en el 2017 cuando a la madrugada se suspendió la carga de datos.
Pero la Casa Rosada reaccionó a través de Sebastián García de Luca, vice ministro de Interior, quien llamó a Solá para enviarle mensajes de tranquilidad al candidato. Luego Rogelio Frigerio se comunicó con Eduardo «Wado» De Pedro.
Tras el fallo dela jueza María Servini y las sospechas sobre el escrutinio, el ministro le aseguró al diputado que comenzaría la difusión del escrutinio con una carga de casi el 50%. A los minutos, ocurrió.
Recién a las 23.42 Alberto F. se trepó al escenario: fue Kicillof, el otro gran ganador del domingo -derrotó, con holgura, a María Eugenia Vidal-, el que lo presentó como el «futuro presidente». Subió escoltado por Madres de Plaza de Mayo.
No mencionó a Macri ni a Cristina Kirchner, su compañera de fórmula, y se enfocó en un eje: «Se terminó el concepto de venganza, de grieta», apuntó. Abajo, los militantes que antes cantaron la marcha peronista, corearon «se siente, se siente Alberto presidente».
«Nunca fuimos locos gobernando», apuntó Alberto F. para atravesar, sin estridencias, el tsunami electoral que lo tuvo, junto a Kicillof, como protagonista.
Sobre el escenario, estaban presentes Axel Kicillof, Sergio Massa, Máximo Kirchner, Felipe Solá, la candidata a diputada Malena Galmarini , la candidata Luana Volnovich , la Sra. Verónica Magario, los diputados Leo Grosso y Rubén Eslaiman , entre otros .Antes se pasó un video enviado por la ex presidenta que pareció fuera de tiempo: alertaba sobre la demora de datos pero a esa hora, había datos oficiales.
Fernández reforzó otro eje destacado de su campaña, que encarará un gobierno federal, de «veinticuatro gobernadores y un presidente!». Juan Manzur, el jefe tucumano que fue uno de los más activos en la campaña, voló hasta Buenos Aires para sumarse al festejo.
Durante el sábado y el domingo, Fernández habló varias veces con los mandatarios: para tener un panorama previo de la elección y luego al terminar la elección para conocer datos y proyecciones.
Temprano, una boca de urna le auguró 11% pero, cauto, Alberto Fernández pidió que la difundan con menos margen: circuló, a media tarde, con una diferencia de 9 puntos. «Le bajamos dos puntos porque nos parecía mucho», confesó un operador.
Pasadas las 20, con datos de las mesas testigos, apareció una primera pista de 15 puntos de distancia. A todos, incluso al candidato, el número le parecía alocado.
Como en un deja vu invertido del 2015 el cálculo se consolidó al pasar las horas cuando empezaron a llegar datos de las provincias y los municipios del conurbano: las victorias parciales no podían no dar, en la suma, más que un triunfo aplastante.
Ocurrió en 2015 con la ola amarilla que llevó a María Eugenia Vidal a la gobernación contra Aníbal Fernández. El peronismo lo palpitó, esta vez desde otra trinchera, cuando caían datos sobre triunfos en Quilmes, Tres de Febrero o, entre otros municipios, La Plata.
«El cambio no eran ellos, el cambio somos nosotros!, exclamó el candidato y aseguró que «una vez más vamos a arreglar lo que otros hicieron mal», en referencia al rol que le tocó, según la épica PJ, al peronismo que reaparece después de las grandes crisis.
«Nos dieron la confianza y sabemos el compromiso que tenemos por delante», aseguró Fernández que habló como si no tuviese, por delante, la general del 27 de octubre.
Falta, claro, esa escala formal pero -dicen en el Frente de Todos- el peso del resultado indica que no hay manera de que Juntos para el Cambio lo pueda dar vuelta.
Al finalizar los discursos, Fernández regresó al VIP del tercer piso: allí se quedó con su pareja, Fabiola y su hijo Estanislao. Estuvieron, también, el periodista Alejandro Dolina, Alberto Iribarne y su staff de campaña: su vocero Juan Pablo Biondi, Santiago Cafiero y Miguel Cuberos, entre otros.
Ese fue el equipo que lo escoltó en este mes y medio, y con el que diseñó el proceso que ayer le dio la victoria y que, más temprano, lo obligó a estar listo para dar señales de tranquilidad.
Pero el planteo, a priori, es el que hizo en público: «La calma la tiene que dar Macri que es el presidente», dijo sobre la posible reacción de los mercados este lunes. El domingo, en el circuito virtual de divisas, el dólar experimentó una suba.
Hubo, además, autoelogios por el proceso de unidad peronista que derivó, números en la mano, en una matemática positiva: finalmente, a juzgar por el resultado, la incorporación de Masas y el PJ territorial, sirvió para ampliar el caudal electoral.
Massa, el segundo en hablar luego de Máximo Kirchner, habló de una «ola de esperanza» y apuntó que «los argentinos que quieren la patria unida le pusieron un límite a los que toman las decisiones desde una oficina fuera de la Argentina».
«Esto no es un River-Boca donde uno gana y otro pierde. Se asumen responsabilidades. Tenemos que tener muy en cuenta esto. Tenemos que tener y pedirle al Gobierno poder llevar adelante una campaña limpia, lejos de la agresividad», sostuvo Máximo Kirchner.
Fue el primero en hablar en los festejos en el búnker del Frente de Todos, y aseguró que un posible gobierno desde el 10 de diciembre no se tratá de «reconstruir lo que fue, sino de construir lo que viene».
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